martes, 22 de julio de 2008

Un vistazo crítico al "actualismo" (2ª parte)

Como se adelantó en la primera parte de este artículo, en ésta se exponen unas orientaciones iniciales para el empleo correcto del actualismo:
1. La ausencia de una explicación de mayor calidad
Si ante un fenómeno en apariencia nuevo no se encuentra una exégesis mejor por otra vía, puede emplearse el actualismo para intentar dilucidarlo. Claro está, los resultados que se extraigan deberán tomarse con las debidas precauciones. Es decir, como una posible aclaración o como la mejor explicación hasta el momento.
2. Un contexto idéntico o razonablemente similar en ambos fenómenos a comparar
Así pues, en las mencionadas tribus de cazadores-recolectores, si la tribu del presente habita en un ecosistema tropical y la del pasado se desenvolvió en uno glacial, no deberían atribuirse los hábitos alimentarios de la primera a los de la segunda. La razón es que los sujetos del ecosistema tropical se decantarán por una dieta más herbívora (rica en frutas y verduras), mientras que los del glacial lo harán por una más carnívora (ante la escasez de vegetales). Es obvio que asimilar la alimentación de unos a la de otros sería un ejercicio incorrecto de actualismo.
3. Tener un cierto conocimiento de ambos fenómenos, sobre todo del actual
Cuanto mejor conozcamos el fenómeno presente, mayores posibilidades habrá de que la comparación resulte satisfactoria. Un conocimiento deficiente del suceso actual implica una alta probabilidad de que se cometa un mal uso del mismo. Entre ambos hechos, el más importante para una comparación adecuada es el del presente pues con él pretendemos desentrañar los enigmas del hecho acontecido. Por supuesto, esto no implica que el conocimiento del suceso pasado carezca de importancia. Un ejemplo de ello lo tenemos en el comentado velocirraptor. La comparación con las aves actuales nos aportó abundante información sobre su diseño y modo de desplazamiento. Sin embargo, hasta que no se descubrieron fósiles de velocirraptores con impresiones de plumas no se pudieron añadir éstas a su morfología, las cuales constituyeron un complemento esencial de su diseño.
4. Contar con los últimos avances científico-tecnológicos
Cuando se pretende establecer una comparación, no debe hacerse al margen de los adelantos más recientes. Las explicaciones que aporta la ciencia a lo largo del tiempo son acumulativas y, en menor medida, cambiantes. El caso del velocirraptor nos vuelve a arrojar luz al respecto: si nadie hubiera considerado que era un dinosaurio emplumado y se hubiera aplicado el actualismo al margen de este dato clave, es muy posible que futuras explicaciones hubieran resultado falsas. Por otra parte, los últimos adelantos científico-tecnológicos no sólo aportan más información para realizar unas analogías más precisas, sino que refuerzan la calidad de los resultados que ofrece el actualismo.
5. Procurar que exista el menor número de contradicciones en la comparación
Si al ejecutar una comparación nos topamos con datos y/o resultados que cuestionan o debilitan la tesis que se quiere demostrar, es bastante probable que estemos errados y que no sea pertinente emplear el actualismo.

Una vez observados los requisitos anteriores, cabría preguntarse ¿qué valor tiene entonces el actualismo como método de investigación?. La respuesta no es sencilla. Si se aplica correctamente su valor puede superar incluso al de un experimento o un estudio epidemiológico. Es evidente que, desde una perspectiva histórica, ha permitido obtener información muy útil para reconstruir distintos aspectos del pasado. Gracias al actualismo comprendemos de un modo aceptable cómo vivían los distintos antepasados del Homo sapiens sapiens, los dinosaurios y otros animales prehistóricos, etc. Por desgracia, también es cierto que a menudo se ha empleado a la ligera, con abuso o de manera equívoca. Cuando la información en que se apoya el actualismo es escasa y/o incorrecta, los resultados extraidos pueden caer en el disparate, como ocurrió con las reconstrucciones iniciales del iguanadon. Por suerte, la ciencia aporta paulatinamente más y mejor información. Ello hace que el actualismo se transforme de manera progresiva en una herramienta cada vez más eficaz, con la cual los errores cometidos en su uso pueden subsanarse a la vista de informaciones más recientes. Es lo que sucedió con las reconstrucciones posteriores del iguanadon que, merced al actualismo, desembocaron con un diseño cada vez más correcto y preciso.

sábado, 12 de julio de 2008

Un vistazo crítico al “actualismo” (1ª parte)

El actualismo es un método científico muy empleado en estudios arqueológicos, paleontológicos y evolutivos. Se puede definir como la explicación de fenómenos pasados mediante su comparación con fenómenos presentes. Se basa en que muchos sucesos bien conocidos hoy en día se conservan a lo largo del tiempo y, a veces también, del espacio. Por ejemplo, la deposición de glucosa en forma de grasa es un hecho observable en los caballos y en los seres humanos, y –atendiendo al registro fósil- es casi seguro que se daba igualmente en los humanos y caballos prehistóricos. Dicha hipótesis se ve reforzada por la observación de que todos los mamíferos actuales almacenan glucosa en forma de grasa. De ello se deduce que es una característica muy conservada en la naturaleza pues, al ser común a tantos animales distintos (por su genotipo, su fenotipo y su distribución geográfica), lo más probable es que surgiera a partir de un ancestro común. Éste presentaría dicha peculiaridad metabólica, la cual transmitiría a su descendencia al ser muy ventajosa y heredable. Se trataría, pues, de un antepasado antiguo muy distinto de los humanos y de los caballos, ya que también es “padre acumulador de grasa” de muchísimos mamíferos diferentes (piénsese en los ornitorrincos, las ratas, las jirafas, los leones, etc.).

Gracias al actualismo se han obtenido cuantiosos datos sobre la morfología, los hábitos y la fisiología de numerosos seres vivos del pasado. Un ejemplo típico de actualismo es la comparación de las tribus de cazadores-recolectores del presente con las tribus de cazadores-recolectores del paleolítico. Podría decirse que las tribus de hoy en día son “fósiles vivientes” que permiten conocer mejor las tribus del pasado. Otro paradigma exitoso del actualismo es la reconstrucción de los velocirraptores, dinosaurios equipados con huesos muy vascularizados, plumas y otras estructuras propias de las aves. La comparación de tales características con las que tenían los fósiles de dichos dinosaurios condujo a una nueva reconstrucción de los mismos. De no haberse establecido analogías con las aves, aún permanecería una imagen falsa de los velocirraptores.

A pesar de que el actualismo bien empleado es una potente herramienta de investigación, cuando se aplica de manera errónea puede resultar desastroso. Es por ello que una parte de la comunidad científica recela de este método, sobre todo cuando se le adjudica un valor superior al del experimento o el estudio epidemiológico. Una muestra del uso incorrecto del actualismo fue la reconstrucción inicial de otro dinosaurio, el iguanodon. Tomando como modelo a los lagartos y mamíferos actuales, fue descrito en un principio como un animal tosco, dotado de un cuerno frontal y que andaba a cuatro patas. Estudios posteriores lo reconstruyeron como un animal más estilizado y bípedo, cuyo cuerno era en realidad un pulgar afilado. Finalmente, quedó configurado como un cuadrúpedo capaz de erguirse a dos patas y en el que se mantenía dicho pulgar. Este ejemplo nos enseña que el actualismo no debe emplearse a la ligera, ya que puede ofrecer resultados espurios que “contaminen” investigaciones posteriores.

Por consiguiente, se hace necesario establecer algunas orientaciones para el empleo correcto del actualismo. Esta labor ocupará la segunda parte del presente artículo.

miércoles, 2 de julio de 2008

Tratamiento fúngico de residuos radiactivos

En la universidad escocesa de Dundee se ha observado que ciertos hongos son capaces de mineralizar uranio en suelos contaminados. Este estudio se ha hecho principalmente con uranio empobrecido, el cual era fijado por determinados hongos que lo pasaban a formas minerales insolubles. Esto evitaba su incorporación a las aguas, las plantas y los animales.
Dicho descubrimiento podría ser útil en terrenos contaminados con uranio metálico, en los que la combinación de la corrosión por el agua de lluvia y la adición de estiércol favorece el crecimiento de los hongos implicados.

Agradezco a Fernando Arnaiz la información necesaria para elaborar este artículo.
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Fuente: Flash, revista mensual de foro de la industria nuclear española. N.º 499, Junio 2008.