sábado, 12 de julio de 2008

Un vistazo crítico al “actualismo” (1ª parte)

El actualismo es un método científico muy empleado en estudios arqueológicos, paleontológicos y evolutivos. Se puede definir como la explicación de fenómenos pasados mediante su comparación con fenómenos presentes. Se basa en que muchos sucesos bien conocidos hoy en día se conservan a lo largo del tiempo y, a veces también, del espacio. Por ejemplo, la deposición de glucosa en forma de grasa es un hecho observable en los caballos y en los seres humanos, y –atendiendo al registro fósil- es casi seguro que se daba igualmente en los humanos y caballos prehistóricos. Dicha hipótesis se ve reforzada por la observación de que todos los mamíferos actuales almacenan glucosa en forma de grasa. De ello se deduce que es una característica muy conservada en la naturaleza pues, al ser común a tantos animales distintos (por su genotipo, su fenotipo y su distribución geográfica), lo más probable es que surgiera a partir de un ancestro común. Éste presentaría dicha peculiaridad metabólica, la cual transmitiría a su descendencia al ser muy ventajosa y heredable. Se trataría, pues, de un antepasado antiguo muy distinto de los humanos y de los caballos, ya que también es “padre acumulador de grasa” de muchísimos mamíferos diferentes (piénsese en los ornitorrincos, las ratas, las jirafas, los leones, etc.).

Gracias al actualismo se han obtenido cuantiosos datos sobre la morfología, los hábitos y la fisiología de numerosos seres vivos del pasado. Un ejemplo típico de actualismo es la comparación de las tribus de cazadores-recolectores del presente con las tribus de cazadores-recolectores del paleolítico. Podría decirse que las tribus de hoy en día son “fósiles vivientes” que permiten conocer mejor las tribus del pasado. Otro paradigma exitoso del actualismo es la reconstrucción de los velocirraptores, dinosaurios equipados con huesos muy vascularizados, plumas y otras estructuras propias de las aves. La comparación de tales características con las que tenían los fósiles de dichos dinosaurios condujo a una nueva reconstrucción de los mismos. De no haberse establecido analogías con las aves, aún permanecería una imagen falsa de los velocirraptores.

A pesar de que el actualismo bien empleado es una potente herramienta de investigación, cuando se aplica de manera errónea puede resultar desastroso. Es por ello que una parte de la comunidad científica recela de este método, sobre todo cuando se le adjudica un valor superior al del experimento o el estudio epidemiológico. Una muestra del uso incorrecto del actualismo fue la reconstrucción inicial de otro dinosaurio, el iguanodon. Tomando como modelo a los lagartos y mamíferos actuales, fue descrito en un principio como un animal tosco, dotado de un cuerno frontal y que andaba a cuatro patas. Estudios posteriores lo reconstruyeron como un animal más estilizado y bípedo, cuyo cuerno era en realidad un pulgar afilado. Finalmente, quedó configurado como un cuadrúpedo capaz de erguirse a dos patas y en el que se mantenía dicho pulgar. Este ejemplo nos enseña que el actualismo no debe emplearse a la ligera, ya que puede ofrecer resultados espurios que “contaminen” investigaciones posteriores.

Por consiguiente, se hace necesario establecer algunas orientaciones para el empleo correcto del actualismo. Esta labor ocupará la segunda parte del presente artículo.

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