La mayor parte de la gente, cuando oye hablar de reptiles venenosos suele pensar en las serpientes. Sin embargo, pocas personas caen en la cuenta de que también existen lagartos dotados de glándulas venenosas. A día de hoy, de las más de 4000 especies de saurios conocidas sólo 2 de ellas son venenosas: el monstruo de Gila (Heloderma suspectum) y el lagarto escorpión mejicano (Heloderma horridum). Ambos animales son morfológica y fisiológicamente muy similares, por lo que están encuadrados en una misma familia denominada Helodermatidae. Entre las características que tienen en común destacan:
- Su alimentación carnívora que incluye ranas, pequeños mamíferos, insectos y reptiles, los cuales localizan a través del olfato
- Su mayor actividad nocturna y crepuscular.
- Su lengua bífida, bastante larga y protráctil.
- Su piel de aspecto granuloso, debida a la presencia de unas placas óseas de origen dérmico llamadas osteodermos.
- Su acumulación de grasa en cola y abdomen, lo que les provee de energía y agua durante la hibernación en los meses más secos del año.
- Un potente veneno -de composición muy similar en ambos animales- producido por unas glándulas próximas a la articulación mandibular. A diferencia de las serpientes venenosas, dichas glándulas no están asociadas a un músculo que exprima su contenido sino que éste fluye por capilaridad a través de unos surcos dentales. El veneno mata a las presas por parálisis cardiorrespiratoria de un modo similar al veneno de las serpientes de cascabel. En cambio, en el hombre ocasiona un intenso dolor acompañado de síntomas variables según las condiciones físicas del herido.
- Su potente agarre durante la mordedura, necesario para dar tiempo a que se acumule una cantidad de veneno suficiente para matar o paralizar a las presas.
- Su coloración de manchas negras combinadas con otras amarillas, naranjas, rosas o rojas.
- Su hábitat en regiones semidesérticas y rocosas, donde los helodermátidos buscan refugio en escondrijos subterráneos que localizan o que ellos mismos crean.
Distinguir al monstruo de Gila del lagarto escorpión mejicano no es una tarea sencilla. La principal diferencia entre ambos está en el tamaño: el primero puede alcanzar los 40cm de longitud, mientras que el segundo sobrepasa los 90cm.
Su distribución geográfica es otra característica que puede ayudarnos a la hora de distinguirlos: el monstruo de Gila habita sobre todo en el sur de Estados Unidos y en el norte de Méjico. En cambio, el lagarto escorpión se extiende por Méjico y el norte de Guatemala. Ello no implica que algunos ejemplares puedan habitar en zonas distintas a las mencionadas.
El color también suele emplearse para diferenciarlos, siendo más proclive a tener manchas rojizas y de tonalidad más viva el monstruo de Gila. En cambio, el lagarto escorpión suele tener unas manchas más pálidas, generalmente de tonalidades amarillentas. Sin embargo, esta variación cromática no constituye en sí misma una garantía suficiente para distinguirlos.
Como se ha dicho, el veneno de ambos saurios es muy parecido. Además, presenta una gran similitud con el de las serpientes. En su composición se encuentran al menos 20 moléculas bioactivas, las cuales conforman un peligroso cóctel hemo y neurotóxico. Si bien no suele ser mortal para la mayoría de las personas adultas sanas, sí que puede originar un cuadro clínico severo –y en ocasiones letal- que requiere hospitalización. Algunos de los compuestos principales que integran el veneno de estos lagartos son:
- Tres toxinas: gilatoxina, toxina hemorrágica y toxina letal. Las tres inducen hipertensión y proteolisis (ruptura de proteínas).
- Fosfolipasas A2: son unas enzimas que se clasifican, según su acción, en neurotóxicas y miotóxicas. Las primeras generan un aumento inicial en la producción de acetilcolina y un descenso posterior de la misma. Esta disminución ocasiona parálisis y fallo respiratorio, ya que el impulso nervioso no se transmite a la musculatura. Las fosfolipasas A2 miotóxicas dan lugar a una despolarización y necrosis muscular, siendo ésta responsable de gran parte del dolor que produce la mordedura en humanos.
- Hialuronidasa: es una enzima que rompe el ácido hialurónico, sustancia importante para organizar los componentes de la matriz extracelular. Una vez desorganizados dichos componentes por la hialuronidasa, se favorece la rápida diseminación del veneno entre las células del organismo.
- Hidrolasa con actividad similar a la de la calicreína: se trata de una enzima que produce vasodilatación, y una consecuente hipotensión, en la víctima.
En conclusión, cabe señalar que el veneno de ambos helodermátidos es parecido entre sí y parecido al de las serpientes de cascabel. Su toxicidad no se debe a la acción de una determinada sustancia sino a la interacción de todos o la mayoría de sus componentes bioactivos.
- Su alimentación carnívora que incluye ranas, pequeños mamíferos, insectos y reptiles, los cuales localizan a través del olfato
- Su mayor actividad nocturna y crepuscular.
- Su lengua bífida, bastante larga y protráctil.
- Su piel de aspecto granuloso, debida a la presencia de unas placas óseas de origen dérmico llamadas osteodermos.
- Su acumulación de grasa en cola y abdomen, lo que les provee de energía y agua durante la hibernación en los meses más secos del año.
- Un potente veneno -de composición muy similar en ambos animales- producido por unas glándulas próximas a la articulación mandibular. A diferencia de las serpientes venenosas, dichas glándulas no están asociadas a un músculo que exprima su contenido sino que éste fluye por capilaridad a través de unos surcos dentales. El veneno mata a las presas por parálisis cardiorrespiratoria de un modo similar al veneno de las serpientes de cascabel. En cambio, en el hombre ocasiona un intenso dolor acompañado de síntomas variables según las condiciones físicas del herido.
- Su potente agarre durante la mordedura, necesario para dar tiempo a que se acumule una cantidad de veneno suficiente para matar o paralizar a las presas.
- Su coloración de manchas negras combinadas con otras amarillas, naranjas, rosas o rojas.
- Su hábitat en regiones semidesérticas y rocosas, donde los helodermátidos buscan refugio en escondrijos subterráneos que localizan o que ellos mismos crean.
Distinguir al monstruo de Gila del lagarto escorpión mejicano no es una tarea sencilla. La principal diferencia entre ambos está en el tamaño: el primero puede alcanzar los 40cm de longitud, mientras que el segundo sobrepasa los 90cm.
Su distribución geográfica es otra característica que puede ayudarnos a la hora de distinguirlos: el monstruo de Gila habita sobre todo en el sur de Estados Unidos y en el norte de Méjico. En cambio, el lagarto escorpión se extiende por Méjico y el norte de Guatemala. Ello no implica que algunos ejemplares puedan habitar en zonas distintas a las mencionadas.
El color también suele emplearse para diferenciarlos, siendo más proclive a tener manchas rojizas y de tonalidad más viva el monstruo de Gila. En cambio, el lagarto escorpión suele tener unas manchas más pálidas, generalmente de tonalidades amarillentas. Sin embargo, esta variación cromática no constituye en sí misma una garantía suficiente para distinguirlos.
Como se ha dicho, el veneno de ambos saurios es muy parecido. Además, presenta una gran similitud con el de las serpientes. En su composición se encuentran al menos 20 moléculas bioactivas, las cuales conforman un peligroso cóctel hemo y neurotóxico. Si bien no suele ser mortal para la mayoría de las personas adultas sanas, sí que puede originar un cuadro clínico severo –y en ocasiones letal- que requiere hospitalización. Algunos de los compuestos principales que integran el veneno de estos lagartos son:
- Tres toxinas: gilatoxina, toxina hemorrágica y toxina letal. Las tres inducen hipertensión y proteolisis (ruptura de proteínas).
- Fosfolipasas A2: son unas enzimas que se clasifican, según su acción, en neurotóxicas y miotóxicas. Las primeras generan un aumento inicial en la producción de acetilcolina y un descenso posterior de la misma. Esta disminución ocasiona parálisis y fallo respiratorio, ya que el impulso nervioso no se transmite a la musculatura. Las fosfolipasas A2 miotóxicas dan lugar a una despolarización y necrosis muscular, siendo ésta responsable de gran parte del dolor que produce la mordedura en humanos.
- Hialuronidasa: es una enzima que rompe el ácido hialurónico, sustancia importante para organizar los componentes de la matriz extracelular. Una vez desorganizados dichos componentes por la hialuronidasa, se favorece la rápida diseminación del veneno entre las células del organismo.
- Hidrolasa con actividad similar a la de la calicreína: se trata de una enzima que produce vasodilatación, y una consecuente hipotensión, en la víctima.
En conclusión, cabe señalar que el veneno de ambos helodermátidos es parecido entre sí y parecido al de las serpientes de cascabel. Su toxicidad no se debe a la acción de una determinada sustancia sino a la interacción de todos o la mayoría de sus componentes bioactivos.
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Para una información más completa, consultar:
1. Enciclopedia El Mundo de los Animales, Ed. Noguer S. A.
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